jueves, marzo 23, 2006

¿Y si no paso del plan?

Quizá porque la indecisión me pone nerviosa, soy adicta a los planes. Soy de hacer listas; fijar citas; establecer tiempos mínimos y límites para reuniones; y de poner recordatorios de todas estas cosas en mi Outlook, Palm, celular y en los Post-its que terminan perdiéndose en mi escritorio. Hago tanto compromisos como pueda y me involucro en todo lo que creo de utilidad para lograr la meta que traza el plan.

Cuando adolescente, mi plan era estudiar en los Estados Unidos. Llámenlo influencia del cable; ignorancia; inocencia, o estrechez de mente; pero en ese entonces yo pensaba que con lograr esa meta el resto de mi vida estaría resuelto. Cuando estudiase en los Estados Unidos, en una universidad de renombre, claro está, encontraría a) aprendizajes invaluables, b) un novio súper open mind con el cual tendría una relación hiper liberal y cero-stress, y c) un trabajo que me brindara orgullo y placer. Todo eso iba a pasar en los cuatro años en que me sumergiría en algún campus pintoresco donde se viese cambiar el ambiente de acuerdo a las estaciones del año, y la estimulación intelectual proveería un brillo especial a la cara de todos los que viviésemos en él. Toda una utopía digna de Elle Woods en Legally Blond.

Mi madre, que tiene una actitud muy “pon los pies sobre la tierra” me hizo entender que irme a hacer mi licenciatura en gringolandia era imposible. Para eso hacían falta muchos, muchos, dólares, y nosotras no teníamos ni un pocos. Pero con su reality check me dio la esperanza de lograr una beca para mis estudios soñados. Así que a regañadientes me inscribí en una universidad local, donde elegí la misma carrera que ha hecho tan talentosas y felices a las mega-divas dominicanas: Comunicación Social.

Mi plan, como podrán entender, había cambiando. Ahora tenía que ser la mejor estudiante universitaria a la vez que recogía las experiencias y referencias que se ven tan bien en aplicaciones. Lo hice. Logré la beca. Me fui. Estudié. Me gradué. Y regresé. Al pisar Santo Domingo revisé mentalmente mi plan (cumplido, paso por paso) y eché un ojo a mis resultados:
a) Aprendizajes invaluables… algunos
b) Novio súper open mind… nada
c) Trabajo que brinde orgullo y placer… me reservo el comentario

Después dejar que la melancolía y la decepción me arrastrasen por un largo tiempo, levanté la cabeza, cogí un lapicero, abrí mi diario y me puse a trazar el próximo plan. En esencia aún buscaba lo mismo, es decir que no podía ser tan difícil reenfocar mis objetivos para llegar a la meta deseada. Resulta que sí podía serlo, porque ahora en el diseño del plan quiero incluir opciones que compensen las posibilidades de que las cosas no sucedan como previsto.

Para ilustrar, aquí un posible plan. Partamos del presente. Puedo seguir en mi trabajo por un par de años más y por las tardes, dedicarme a escribir cuentos y principios de novela que una vez terminados, serían sometidos a un certamen internacional, que ganaría y con el premio y renombre, dejaría todo para dedicarme a la escritura por el resto de la vida. Por si eso no sucede, puedo seguir en mi trabajo tranquilamente, mientras a aplico a posiciones más atractivas en otras partes del mundo. Pero para hacerme una candidata más atractiva debo estudiar otro idioma, lo que no sería tan complicado si no tuviese mis tardes apartadas para la gran obra literaria que estoy segura que se esconde en algún rincón de mi cerebro.

Ahora bien, también puedo volver a estudiar. Si me voy a Estados Unidos, o Canadá, o Inglaterra o España a hacer un doctorado, de seguro que al terminar sería una candidata más atractiva, y mientras, dispondría de más tiempo para idiomas, para escribir y demás. Pero para que me acepten a los doctorados necesito experiencia didáctica, trabajos de investigación y coger un examen que me preguntan sobre todo lo que se supone debo haber aprendido en los 16 años que llevo de estudio. Así que empiezo a dar clases de periodismo, ocupando parte de mis tardes libres, hurgo en mi agenda por tiempo para estudiar para la madre de todos los exámenes y con ello, tengo menos tiempo para estudiar idiomas, hacer investigaciones y escribir.

¿Y si todo esto falla? Yo aún quiero la relación hiper liberal con el hombre super open mind que me deberá traer eventualmente un hijo esplendorosamente inteligente. Pero para eso, necesito rebajar y ponerme a socializar. Así que me inscribo en el gimnasio donde me dan un régimen de dietas y de ejercicios que me ocupa lo restante de mis tardes libres, y asume que encontraré tiempo –viviendo sola y no teniendo servicio doméstico—para comprar, cocinar, empacar y llevar conmigo una dieta específica que me llevará a parecerme a las otras comunicadoras sociales que se graduaron Magna Cum Laude de la Católica. Y claro, después de todo esto, también asume que tendré el tiempo, el ánimo y el interés de salir a buscar amor a los bares de la Zona Colonia. Pero lo asumo todo, porque al fin y al cabo, la meta lo vale, ¿o no?

Pensando que todas mis bases están cubiertas, aún no me quede tiempo para dormir, reviso mi plan una y otra vez, asegurándome que tenga las bifurcaciones necesarias en el camino para contrarrestar cualquier imprevisto. Pero no puede tenerlas, ¿quién puede preverlo todo? Así que sigo revisando el plan, tocando muchos de los mismos puntos, olvidando y luego retomando unos pocos, y preguntándome qué más puedo hacer para llegar a la meta final.

7 comentarios:

Rosalina dijo...

Personalmente hago planes, listas y estrategias para todo; Desde conseguirme a un tipo que me gusta, hasta cómo distribuir el baraje (porque hasta el baraje ha de ser un poco productivo y no solo fun). Sin embrago dentros de esas super estructuras y planos mentales he dejado (estrat''egicamente también), un "espacio" equivalente a aproximadamente el 25% del rubro "metas" para un line item llamado "imprevistos". Aquí incluyo todo lo relativo a sorpresas, golpes de suerte, casualidades, accidentes, señales del Univreso, posición de los astros, Dios y coincidencias que me da la vida (cíclicamente y en un radio aprox. de 1:10) cuando no estoy enfocada en adherirme estrictamente al jodío plan.

Es el porcentaje al que le saco más felicidad de todos.

Mariel dijo...

Yo tambien quiero el macho y los niños super inteligentes, y mis planes tambien han fallado, pero tratando de ver el vaso medio lleno por una vez en mivida, creo que todo esto ha pasado por algo y que al final de camino me daré cuenta que si me hubiese quedado illegal en españa quizás estuviera trabajando en una cafeteria, con mas libras de las que tengo ahora de más y con menos oportunidades en mi carrera, que a dicha o desdicha mia me fascina.

Mary eres increible, tan solo faltas tu por verlo...cualquier macho o trabajo o hijo que tengas a tu lado tendra la dicha de tener a una de las mujeres mas hermosas y talentosas que conozco, eso viniendo de mi (considerando que yo también me conozco) es mucho decir!! jiji

beso,
como siempre increible tu columna
mariel

Anabelle dijo...

si yo pudiera seguir mi plan... si pudiera estructurarlo y seguirlo... si tan solo pudiera...

Unknown dijo...

if i had a plan... eso sería bueno

Unknown dijo...

Ya intente lo de seguir un plan... el 25% dedicado a los imprevistos - "impredecibles" al fin - no permitieron que lo predecible o lo planeado sucediera.
Ahora ya no tengo plan... Te dejare saber como me va con eso...

Maria dijo...

Buena suerte con eso. Yo he pensando en dejar el plan, pero como bien lo sabes, se necesita más ovarios para abandonar un plan (o los planes en general) que para serguirlo.

angel dijo...

por mi salud mental quisiera creer que los planes funcionan, ya que en ti es como si mirara un espejo, pero lo importante del plan essaber la direccion en que uno se enamina, ya que , si bien no se logra, por lo menos quedamos cerca...sigue escribiendo maria..siento como si fuese yo quien escribiera, me encanta ..ciao

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