miércoles, junio 14, 2006

Sueño de huracanes


Quizás porque aún vivo en el trópico, no puedo evitar estar esperando tormentas. Cada vez que las cosas pasan, bien o mal, me quedo en expectativa de una secuela; de que venga un viento huracanado a envolverlo todo en un torbellino y arrojarlo al suelo cambiado; diferente, irreconocible.

Casi siempre la espera de huracanes me provoca miedo, pero ahora mismo, es más bien ansiedad; no de que venga, sino de que se queden lejos. He estado esperando un huracán por tanto tiempo que si no llegase, no podría evitar sentirme decepcionada.

Miren ustedes si es tan malo en realidad (sin pasar por alto sentido figurado de mi uso de la palabra huracán).

Antes de un huracán viene una fase de preparación; sellamos ventanas, compramos enlatados, metemos pilas al radio… Durante el huracán viene el miedo, la incertidumbre (velas encendidas por falta de electricidad, radios sintonizados a emisoras A.M. que nunca habíamos escuchado y toda la familia en la habitación con menor número de ventanas…). Posterior al huracán viene la melancolía y la pena por las pérdidas, que en el mejor de los casos son sólo materiales. Pero cuando todo eso pasa, empieza la fase de reconstrucción y es ahí donde se encuentran todas las oportunidades. De repente una se da cuenta que la “casa” de la cual creía que dependía era solo una pila de blocks. Que la televisión no es una ventana al mundo. Que se puede vivir sin calentador. Que se pueden perder los libros sin que la memoria de ellos, y los aprendizajes que han dejado, se pierdan. Que se puede comenzar otra vez, desde cero.

Yo he “comenzado otra vez” en un par de ocasiones. He tenido que cambiar de profesión, y cambiar de ciudad y cambiar de ambiente, pero nunca ha sido desde cero, siempre he tenido un punto de partida más o menos acomodado; una red sobre la cual caer.

Y díganme mal agradecida, si lo estoy siendo; díganme inconsciente o infantil, pero con demasiada frecuencia últimamente quiero como que la red se rompa y tocar fondo, para poder rehacerme de cabo a rabo.

Por eso estoy en espera de un huracán, o de varios si fuesen necesarios, para ver cómo respondería, qué cambiaría en mí y para medir mis fuerzas, porque a pesar de mis tendencias al pesimismo no puedo evitar creer que saldría a flote y que la persona resultante sería más fuerte, más independiente y más feliz.

7 comentarios:

Anabelle dijo...

Totalmente de acuerdo, muchas veces tenemos que tocar fondo, lo que pasa es que evitamos por todos los medios tocar fondo y las personas a nuestro alrededor ayudan su poquito para que no toquemos fondo, pero sí, aveces es necesario tocar fondo.

Anabelle dijo...

Totalmente de acuerdo, muchas veces tenemos que tocar fondo, lo que pasa es que evitamos por todos los medios tocar fondo y las personas a nuestro alrededor ayudan su poquito para que no toquemos fondo, pero sí, aveces es necesario tocar fondo.

Mariel dijo...

tardé tanto para leer este pez porque estaba metida en un huracán también pero esta vez de trabajo. Leer esto me recordó a lo que más temo de los huracanes, que es el horroroso sumbido que nos hace acurrucarnos debajo de la manta como si fuese un escudo protector, pero al otro día señores, sale un sol tan increible que te duele hasta mirarlo. Ahora mismo estoy metida bajo las mantas, esperando ansiosa que salga ese tan esperado sol.

Pabletowh dijo...

esos huracanes, son pruebas que debemos probar, no son buenas, son amargas y pueden dejarnos ese sentido de devastación por mucho rato, pero por experiencia de las ojas de la mata de al frente de mi casa: las hijas terminan saliendo muchas mas verde y las flores aun mas hermosas. Y si hay veces que hay que tocar el fondo para ver el verde ;)

Unknown dijo...

El huracán es una metáfona, verdad?


(Hoy estoy medio barbie)

Maria dijo...

Si... Igual pudiese ser un terremoto, maremoto, temblor, fuego o cualquier otro desastre natural metafórico. Me refiero a algo dramático, a un gran cambio.

Maria dijo...

La Gingi echando boches! Bueno...

Enter your email address:

Delivered by FeedBurner