miércoles, marzo 08, 2006

¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?

Quizás porque el ser una mujer joven, soltera y sobre-empleada en Santo Domingo me parece complicación suficiente, vivo tratando de simplificar mi vida. Me simplifico dejando de hacer cosas innecesarias, como alfabetizar mis DVDs; evitándome la incomodidad de tratar de delegar, ya que al final sólo yo sé lo que hay que hacer y cómo hacerlo; ofreciéndome para liderar trabajos en equipo, para asegurarme que las cosas caminen; y dando respuestas honestas a invitaciones poco atractivas, a la sazón de “no gracias”, “no puedo”, “no quiero” y “ni muerta”.

Para simplificarme la vida salgo de mi casa al menos 30 minutos antes de la hora en que tengo que estar en algún lugar, ahorrándome el stress de pensar que no voy a llegar a tiempo. Hago compras para mí como si tuviese una familia de cuatro, sólo para economizarme viajes al supermercado. Pago todo lo que pueda con la tarjeta de crédito, para luego sólo tener que pagar la tarjeta. Escribo en la primera línea de mis e-mails el motivo de la misiva, para evitar confusiones. Recibo las prácticas de mis estudiantes vía e-mail, para no tener que cuidar y devolver los fólderes que me entregan. En fin, me complico buscando simplificaciones a todo lo posible.

Por momentos, llego a sentir que lo he logrado; que tengo un día libre de complicaciones, gracias a semanas de planificación y esfuerzo. Pero siempre, sin falta, llegan los enredos por si solos. Ejemplos tenga miles, pero sólo citaré algunos. Basta con mencionar que pagar la tarjeta de crédito (ese mismo pedacito de plástico que uso para simplificarme las cosas) se hace posible sólo luego de una ardua labor de coordinación de mis horarios de trabajo matutino, trabajo vespertino y citas en el gimnasio. Siempre me he preguntado porqué los bancos, en los que sólo puedes guardar y sacar dinero si tienes alguna forma de producirlo –léase un negocio o un trabajo—que de seguro te mantiene ocupada en horario laborable, no pueden acomodarse a nuestro horario, en vez de forzarnos a acomodarse al de ellos.

Ir al salón de belleza para cumplir con el requisito estético de un trabajo en este país, implica perder una hora de sueño para llegar con el sol, ya que por las tardes, además con disponer de muy poco tiempo, tendría que esperar turnos que nunca fallan en causarme tanta desesperación que me da un arranque de rabia e histerismo.

Para llegar a la universidad a dar clases o al gimnasio a hacer ejercicios, hay que contar el tiempo necesario para encontrar un parqueo. ¿Es mucho pedirle a los negocios que tengan parqueos para sus clientes, aún si nos cobraran decenas de pesos la hora? ¿Cuántas de nosotras no estaríamos dispuestas a pagar con tal de no tener que dejar nuestro carro expuesto a robo y nuestros cuerpos a abuso al tener que caminar kilómetro y medio al lugar de destino en una calle obscura e insegura?

Programar una reunión con más de una amiga conlleva una contraposición de agendas y la cancelación eventual de algún compromiso previo. Coordinar horarios de clases, gimnasio, salón y tiempo para los ahijados, por mi parte; con el horario cursos de idiomas, tratamientos faciales y tiempo para los maridos de ellas –sin contar con los compromisos laborales y cumpleaños familiares que también ocupan nuestros calendarios—se convierte en algo tan trabajoso como lograr que el Presidente nos reciba en su despacho. Más veces que menos, hay que conformarse con almuerzos apresurados por la presión de cumplir con el límite de una hora impuesto por mi empleador americano.

Y eso, sin contar aquellas cosas que damos por hechas y que después nos toca rehacer: viajes repetidos al dentista por tratamientos incompletos o mal hechos; regresos a la tienda de electrodomésticos, porque te vendieron una licuadora con una pieza menos; cambiarte de fila en el súper después de unos 8 minutos de espera porque: a) la cajera va a cerrar; b) no aceptan tarjeta de crédito o c) el artículo que elegiste no tiene código de barras, o marca un precio diferente al que viste en el mostrador, y la persona que está en la caja no puede moverse de su puesto o el muchachos en patines no está disponible, no puede ser encontrado, o no da con el producto para confirmar el precio.

Mi padre, de quien recuerdo muchas “frases célebres”que uso como mantras en mi día a día, al encontrarse con una de estas complicaciones aparentemente evitables solía decir: “para qué hacer las cosas fáciles, si las podemos complicar”. Parecería que muchas de las personas con las que comparto la ciudad se enlistan a esta filosofía y, como de costumbre, la que trato de nadar a contra-corriente soy yo.

Aunque en ocasiones pienso que las cosas las complico yo misma, ese pensamiento es muy fugaz, porque algo siempre sucede que me hace pensar que es el “sistema” que está en mi contra. Que como Neo, me encuentro atrapada en la Matriz. O como Alicia, en un país de maravillas en el cual las definiciones de las cosas son las textuales, los personajes son malévolos y extraños, y se vive bajo el régimen de algún(a) demente con una serie de normas inacatables e incomprensibles.

¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? Porque puede serlo. A veces las respuestas son así de simples.

8 comentarios:

Anabelle dijo...

La verdad que me parece que el sistema dominicano es en sí contradictorio, porque yo lo que creo es que todas esas complicaciones son a la vez debido a la haraganeria sin darnos cuenta que mientras mejor trabajemos (menos haraganes) menos complicada tenemos las cosas, ej. si le presto atención a la licuadora que te estoy vendiendo y reviso meticulosamente que tenga todas sus piezas y no por haraganeria te la entrego sin revisar para poderme ir a sentar a hablar con la cajera de lo bien que le fue con su novio anoche, dudo mucho que tengas que volver a buscar la pieza a la tienda, pero otra frase de esas celebres que nos dejó papi era: "el haragan trabaja dos veces"... a eso es que me refiero en este comentario... suerte hermana y cojalo suave que se me va a morir del corazón!!!

Rosalina dijo...

Muy de acuerdo con el comentario de Anabelle y con todo lo que escribiste aquí. Cada vez se me hace más difícil hacer lo que quiero/debo hacer y ya estoy comenzando a ver mi "media hora de no hacer nada mirando al techo acostada en mi cama" como un lujo que simplemente no tengo la media hora de darme.

Creo que hemos subido nuestros niveles de tolerancia a la complicación de la vida en este país simplemente para poder sobrevivir.

Unknown dijo...

Porque se puede. Por eso als cosas son complicadas. Aunque tengo una amiga que dice que la vida NO es complicada, que somos nosotros quienes la complicamos. Yo he ido dejando de hacer cosas que me estresan, he cambiado algunos hábitos cuyos procesos me alteraban los nervios, y he tratado de bajar las revoluciones en la semana. Me ha dado cierto resultado. Por qué hacerlo fácil si difícil también se puede? mucha verdad, pero hasta un punto.

Mariel dijo...

ayyyy anabelle! lo que no entiendes es que no puedes ponerte a revisar cada pieza de la licuadora, porque ya estas tarde para la reunion y no has ido al salon y se te rompio la falda y al carro se le estan vaciando las gomas (y no me vengas con que pare en una bomba que ya yo he parado en dos y no tienen aire!!)

No considero a maria haragana (yo sin embargo...). Cada vez que digo que el universo esta en mi contra lo digo relajando, pero si X fuera igual a Republica Dominicana, la ecuación se resolviera con muchisimo mas problema!

Wendy Soto dijo...

yo necesito fumarme ALGO antes de entrar en este tema.

balamia dijo...

oye
para ti la vida va a ser complicada asi vivas con todo resuelto... creo que la complicacion esta en tu cabeza. Manita, desestresate... las cosas no van a dejar de pasar o van a pasar mas rapido porque tu corras hacia ellas... yo antes me estresaba y hasta me daba insomnio y un dia me levante y decidi que el Dalai Lama iba a ser un hipertenso al lado mio... ahora, si no me dio tiempo para ir al salon, mucha gelatina y resuelto.... si no puedo coordinar una reunion, la dejo para otro dia hasta que se pueda.... si no me dio tiempo para pagar la tarjeta o el telefono o la luz o el cable..... mañana habra tiempo... si lo cortan.... olvidate vieja que en la prehistoria no habia nada de eso y la gente vivia.... se que esos descuidos salen caros por las reconexiones y los intereses, pero todo en la vida tiene un precio
yo pago intereses, pago reconexiones, aveces me quedo sin un chele .... pero duermo como un bebe

keep going stranger

Florecita dijo...

Apuesto a que la amiga cero estrés soy yo!!!!!

Bueno es cuestión de tomar y dejar... como levantarme el lunes a la mañana y descubrir la goma pinchada y saber que tengo que resolver, para que killarme si tiene solución... así ando por la vida, en movimiento y adaptádome a muchas cosas que son inesperadas, con un orden básico para poder tener tiempo de no hacer nada y vivir la vida loca...

Anabelle dijo...

Mariel, parece que me mal expresé, no quise decir que María fuese haragana, pienso que la sociedad dominicana lo es. No soy yo, ni tú, que tienes que asegurarte que la licuadora tenga todas sus piezas, no era al cliente que me refería, sino al que presta el servicio.

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